En la Casa Rosada están furiosos con los economistas de corte ortodoxo que vienen encendiendo luces de alarma por el rumbo de la economía y el riesgo de una depresión de difícil recuperación. Javier Milei –tal como dejó traslucir en el show de imitaciones que hizo en la cena de la Fundación Libertad– cree que sus colegas liberales, que en campaña le decían que era imposible alcanzar el superávit en 2024, ahora le “corren el arco” al sembrar dudas sobre una eventual reactivación económica.
Pese a que la actividad económica viene en tobogán desde el año pasado, el Presidente está convencido de que la eliminación del déficit y la desaceleración de la inflación demuestran que “el plan está funcionando”, como dijo en la cadena nacional del lunes pasado. “El requisito para lograr el objetivo es garantizar un orden económico sano y estable. Esos son los cimientos sobre los que se construye el resto del edificio”, dijo Milei. Agregó que “la salida vendrá de la mano de la inversión del sector privado y el crédito” y ratificó que mantendrá la intervención del Estado en su mínima expresión.
Con ese diagnóstico oficial, llamó la atención que 48 horas después de su mensaje al país, Milei le bajara el precio a la “Ley de bases” y al paquete fiscal. “Tiren la ley bases… tiren todo que vamos a lograr todo a pesar de la política. Lo que era imposible lo alcanzamos el primer mes”, dijo, provocativo, en la cena de la Fundación Libertad. A pocos metros lo escuchaban el ministro del Interior, Guillermo Francos, y el vicejefe de Gabinete, José “Cochi” Rolandi, dos de los funcionarios que más fatigan teléfonos y hacen gestiones para lubricar el camino de los proyectos, ahora que llegó la hora de la verdad en el Congreso.
Es que en las dos iniciativas, según venían señalando distintos funcionarios, hay herramientas claves para la reactivación económica que persigue el Gobierno, como la moratoria, el blanqueo de activos y el Régimen de Incentivos para Grandes Inversiones (RIGI). Un nuevo fracaso legislativo, en tanto, tendría para el Gobierno el costo adicional de exhibir un serio problema de gobernabilidad y la incapacidad de la gestión libertaria para hacer pasar leyes, todas malas señales para los inversores.
En sintonía con el mensaje político que le dio Milei a la “casta”, durante la última semana en la Casa Rosada repitieron el mismo eslogan: “Las leyes [de bases y fiscal] son necesarias para el crecimiento de mediano y largo plazo. En el corto plazo nos podrían ayudar en el empujón inicial, pero no son absolutamente necesarias”, dijo un colaborador muy estrecho de Milei a LA NACION.
Agregó que, de acuerdo a la mirada oficial, “la baja de la tasa de interés –esta semana el Banco Central la llevó de 70 a 60%– y el aumento del crédito privado van a hacer su trabajo”. En el ecosistema libertario, además, argumentan que se está llegando a “el piso de depreciación del salario y los ingresos” por la desaceleración de la inflación, que igualmente se mantiene en niveles muy altos.
Más allá del anuncio sobre una reanudación de las obras públicas que estaban en ejecución en algunas provincias –como moneda de cambio por los votos para la “Ley de bases”– el Gobierno sigue rechazando una intervención significativa desde el Estado. El ministro de Economía, Luis Caputo, días atrás anunció que sostendrá la eximición de los derechos de exportación para las automotrices y la baja de aranceles a los herbicidas para favorecer al agro. Pero fuera de eso, hasta acá no anticiparon nuevas medidas para incentivar la actividad y el consumo.
El autoconvencimiento en torno al rumbo económico que Milei dejó ver en la cadena nacional también se extiende en las reuniones de Gabinete. Allí, el Presidente y sus ministros comenzaron a celebrar presuntos “brotes verdes” en algunos rubros que en abril estarían mostrando “algo de aire”, luego de tocar fondo. Ello pese a que el Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) del Indec viene de registrar cuatro meses consecutivos de retracción, con una caída de 3,2% interanual en febrero, que de todas formas exhibió un freno en el ritmo de la caída.
Respecto al consumo, tal como publicó LA NACION, se registró en el primer trimestre una caída del orden del 40% en las ventas de electrodomésticos, 30% en las de autos e indumentaria, 25% en shoppings e insumos para la construcción y un 8% en supermercados.
Un estrecho colaborador presidencial le dijo a LA NACION que, para profundizar el camino de la desregulación económica que incentive la inversión privada, “muchos de los artículos que estaban en la ‘Ley de bases’ y que quedaron afuera van a ser impulsados por otras vías”, como la del decreto.
Todo ello a la espera de lo que en el Gobierno aguardan como el gran envión a la reactivación económica: la salida del cepo. Según dejan trascender algunos colaboradores de Milei, “no sería antes de noviembre”. Sin embargo, altos funcionarios se niegan a poner fechas y se limitan a decir que la salida de las restricciones cambiarias llegarán “cuando estén dadas las condiciones”.