¿Conflicto en puerta?
El premio, entregado en 1986, fue robado y se lo daba por perdido, pero lo compró un coleccionista francés sin saber qué era -supuestamente- y eso lo habilita ante la ley de su país para quedárselo.
Supuestamente perdido para siempre y hasta -según un afamado rumor- fundido por la mafia italiana para hacer lingotes de oro, el emblemático Balón de Oro que le dieron a Diego Armando Maradona en 1986 reapareció en París y será subastado el próximo 6 de junio por lo que se espera sea una fortuna.
La casa de subastas Aguttes, en localidad de Neuilly sur Seine (oeste de París), anunció este martes la venta de este objeto de culto cuyo precio estimado se podría elevar a varios millones de euros para felicidad de quien es hasta ahora su actual dueño, un modesto galerista de arte que lo encontró de casualidad.
Maradona logró este galardón -una excepción dado que hasta mediados de los ’90 se otorgaba solo a jugadores europeos- por haber sido el mejor jugador de la Copa del Mundo de 1986. Además, casi una década más tarde (1995), France Football le otorgó otro Balón como homenaje, trofeo que luego se perdió en un incendio.
Además del valor intrínseco a este premio, llama la atención la historia que hay detrás de él. Guardado en un cofre de un banco de Nápoles fue robado en 1989 por un grupo de asaltantes pertenecientes a la mafia, según cuenta la revista France Football, que otorga el premio.
Desde entonces, la huella del Balón se pierde aunque la versión entregada por varios de los que participaron en el robo era que había sido fundido para hacer lingotes de oro. Una hipótesis que perduró durante años pero perdió fuerza al conocerse que el premio no es de oro macizo.
Pasaron así 26 años de misterio, desde 1989 hasta 2016, cuando el coleccionista Abdelhamid B lo compró sin saber exactamente de lo que se trataba, según France Football. (Su desconocimiento no es un detalle menor, como se verá más adelante.)
El coleccionador adquirió por algunos cientos de euros una caja que contenía otros premios (algunos de plástico, otros de mármol falso) en la casa de subasta Drouot-Montmartre, donde terminan los bienes que no se han vendido en el palacio Drouot, uno de los principales puntos de subastas de París.
El franco-argelino tardó, no obstante, varios años hasta saber que se trataba del Balón de Oro de Maradona, ya que pensó, en un primer momento, que era una distinción de balonmano. Finalmente, logró confirmar que era el de Diego con dos peritajes de alta tecnología basados en dos pequeños defectos en los dibujos del balón.
La ley francesa considera a Abdelhamid B. el legítimo dueño del Balón de Oro, pues argumenta que lo adquirió de buena fe, sin saber que había sido robado, y su legítimo dueño (los herederos de Maradona) no lo ha reclamado en un plazo de tres años desde que fue vendido. Así, el coleccionador tiene la puerta abierta para embolsarse una fortuna.