El delicado equilibrio entre la baja de la inflación y el ajuste en las cuentas públicas vive en la cabeza del ministro de Economía, Luis Caputo. El mes pasado, el funcionario definió postergar una gran parte de la actualización de los impuestos a los combustibles, que hubiera ayudado a hacer más sostenible a largo plazo el programa fiscal, a cambio de evitar fuertes aumentos en la nafta y el gasoil.
En concreto, según los cálculos de la consultora Economía & Energía, el Estado resignará en julio recaudación tributaria en pesos por el equivalente a 212 millones de dólares.
Esto es porque el Gobierno dejó pendiente hasta por lo menos agosto -y puede diferirse a otros meses también- una actualización del Impuesto a los Combustibles Líquidos (ICL) y del Impuesto al Dióxido de Carbono (IDC) de $ 104,32 por litro de nafta y $ 83,19 en el gasoil, o de hasta 11,5% y 8,8%, respectivamente, sobre los precios vigentes hasta el mes pasado.
De esa forma, y con un ajuste de apenas $ 9,83 en la nafta y de $ 8,70 en el gasoil -que sumó 1 punto porcentual al incremento de los combustibles este mes-, Caputo buscó el menor impacto posible sobre el nivel general de precios de la economía.
Este jueves, en una entrevista con Radio Mitre, el ministro explicó: «La cuestión de las tarifas es una sintonía fina entre la reducción de los subsidios y la inflación. La prioridad es bajar la inflación. Hoy ya no hay razones macroeconómicas para que haya inflación». La misma operatoria rige también para los precios de los combustibles.
Según los datos de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP), la recaudación tributaria por los impuestos a los combustibles llegó hasta los $ 218.714 millones en junio, con un aumento del 329,4% interanual nominal o de aproximadamente el 15% en términos reales, descontado el efecto de la inflación.
Y en el primer semestre del 2024, la suma de los impuestos a los combustibles ascendió a $ 744.572,2 millones, un salto de 222,5% interanual, que sigue por detrás de la evolución de los precios. Vale aclarar que el informe de la AFIP no discrimina la recolección tributaria en concepto de ICL e IDC por ventas de nafta y gasoil de la del recargo a los consumos residenciales de gas que financia el fondo fiduciario para los descuentos por zonas frías.
Durante los años de Alberto Fernández como presidente, la constante postergación de los aumentos permitió que los automovilistas pagaran más baratos los combustibles, pero a cambio de dejar de recaudar más de 5.000 millones de dólares, que se transformaron en deuda y emisión monetaria.
Ya con Javier Milei y superávit fiscal, lo que deja de recaudar el Estado se financia con mayores ajustes en las jubilaciones, la obra pública, las tarifas y los sueldos de docentes, médicos y policías en las provincias.
Según la hoja de ruta del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), en 2024 la recaudación del impuesto a los impuestos a los combustibles crecerá en el equivalente a 0,5 puntos porcentuales sobre el Producto Interno Bruto (PIB) o unos US$ 3.000 millones, el 10% del total del ajuste fiscal que se propone La Libertad Avanza para este año.