Mariana Enriquez en la Feria del Libro Usado: Hay que resignarse, no siempre sabés sobre lo que estás escribiendo

“¡Guau, Dios mío, la cantidad de gente que hay!”, exclamó el librero Patricio Rago esta tarde, al presentar a la escritora Mariana Enriquez como la “rockstar de las letras argentinas” en la segunda jornada de la tercera edición de la Fiesta del Libro Usado (FLU), en la Plaza del Lector de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno (BNMM), que organizaron Rago y Paz Marenco. La escritora Valeria Tentoni, que entrevistó a la autora de Nuestra parte de noche, pidió un aplauso para la flamante ganadora del Premio José Donoso. Una marea de lectores, en su mayoría jóvenes, procedió a aplaudir con entusiasmo y luego escuchó con silencio reverencial a Enriquez.

La autora contó que en sus años de juventud leía casi siempre libros usados que buscaba en ferias de plazas. “En La Plata, como es una ciudad universitaria, el volumen de libros es muy alto -dijo-. Y había mucha variedad, era una cuestión de salir ‘cazar libros’. Todavía compro libros usados; leo mucho horror, mucho género, de segunda mano, y eso se consigue muy barato. Lo último lo encontré en una galería medio extraña de Boedo, donde compré un libro de Peter Straub que no tenía en papel”.

La primera aparición pública de Enriquez tras ganar el Premio José Donoso fue en la Plaza del Lector de la Biblioteca NacionalFabián Marelli – LA NACION

Recordó que en la biblioteca familiar de su casa de infancia, en Lanús, estaban las colecciones completas de libros de los sellos Bruguera y Salvat. “La de Bruguera era realmente buena y era totalmente cualquier cosa, se podía leer de cualquier modo que es como finalmente terminé leyendo”, admitió. Luego habló de los libros que compró para su biblioteca personal. “Los primeros que recuerdo fueron los de la colección Minotauro, segunda generación, con libros de Bradbury, Ballard, y después los compactos de Anagrama”, señaló.

En la FLU hubo promociones y muchas jóvenes lectorasFabián Marelli – LA NACION

“Me encanta la relación ‘paralibrera’ que tengo”, reveló al contar el destino de las “limpiezas de libros” que hacía en su biblioteca actual (que no para de expandirse). “Esto es horrible decirlo en una feria de librerías, pero tuve poca relación con librerías y bibliotecas; mi relación fue casi siempre con libros usados y con editoriales. Nunca solicité la recomendación de un librero, porque no confío, ¿qué van a saber lo que a mí me gusta? A mí no recomiendes a Kafka porque no me gusta Kafka, entiendo el significado de su obra y puedo dar una clase sobre Kafka, pero me das un libro de Kafka y digo: ‘Bueno, en fin’”, dijo con desenfado, despertando las risas de la audiencia.

Una postal de la FLU, a pleno solFabián Marelli – LA NACION

“Para escribir, leo mucha poesía, es lo más cercano a escuchar música”, sostuvo Enriquez acerca de sus lecturas orientadas a la escritura. Y rememoró que, tras la publicación de su primera novela, Bajar es lo peor, en el diario Página 12 (donde actualmente se desempeña como editora del suplemento Radar) sus compañeros varones le “tomaban examen” y bromeaban con que la novela había sido escrita por el editor y escritor Juan Forn. “Era el año 95, yo era chica, era mujer, había pocas escritoras mujeres y los escritores varones eran como eran”, explicó a la concurrencia juvenil. Enriquez transcribió la novela mecanografiada a un archivo de computadora en un departamento de Mar del Plata que le había prestado una amiga.

Hileras de lectores ante los stands, en la Plaza del LectorFabián Marelli – LA NACION

No entiendo por qué me gustaba el terror; Lovecraft me parecía imposible y Poe, un poco también, porque cuando era chica no entendía el significado erótico u oscuro. Leía Pizarnik y a mí Alejandra me daba miedo”, confió Enriquez. “Hay cuentos de Julio Cortázar que son cuentos de terror; ahora debe ser difícil desactivar cincuenta años de crítica que hizo que se leyeran de otro modo -reflexionó-. Con Stephen King fue diferente: me asusté, me dieron ganas de escribir y entendí cosas que no entendía antes”.

El editor Víctor Malumián y la librera y escritora Cecilia FantiFabián Marelli – LA NACION

Por último, Enriquez recordó que muchos lectores la habían “iluminado” acerca de sus propias ficciones, y dio como ejemplo la lectura de la escritora Mariana Eva Pérez sobre el cuento “Chicos que vuelven”, que vinculó con los nietos recuperados por Abuelas de Plaza de Mayo. “Yo había querido hacer un cuento de muertos que vuelven, jamás pensé en eso. Hay que resignarse a que no siempre sabés sobre lo que estás escribiendo”, dijo, antes de relatar truculentas anécdotas de la terapia de grupo a la que asistió en su juventud, cuando intentaba dejar atrás sus ataques de pánico.

La tarde del domingo en la FLU fluyó de menos a más. Antes de la ”misa enriqueziana”, los lectores recorrían los cuarenta stands, mientras grupos de jóvenes “en plan pícnic” (con termos y mates) conversaban y otros escuchaban las charlas de los sociólogos Luci Cavallero y Nahuel Sosa (que analizaron críticamente las “políticas afectivas” del Gobierno) y del editor Víctor Malumián y la librera y escritora Cecilia Fanti sobre los aspectos “menos glamorosos” del “ecosistema editorial”, como la distribución de ejemplares y la gestión de una librería. “No se pueden descuidar las tendencias porque así también se ganan nuevos lectores”, razonó Fanti sobre los best sellers.

Elecciones en la FLU: ¿a qué indeseable eliminarían primero los «argentinos de bien»?Fabián Marelli – LA NACION

En tres turnos, además, se llevó a cabo la osada performance de Emilio García Wehbi y Elvira Tanferna (ambos con uniformes negros, anteojos oscuros y brazaletes), titulada Operativo “Libertad Total” a cargo de C.A.S.T.A. (Comisión Administrativa para el Saneamiento del Territorio Argentino), con textos y muletillas -como “o sea, digamos” y “es decir”- de Javier Milei y “las huestes paleolibertarias”. El operativo, donde se parodiaron discursos del Presidente, funcionarios nacionales y también del jefe de gobierno porteño, Jorge Macri, consistía en persuadir a la audiencia (”los argentinos de bien”) para que eligieran mediante en las urnas al representante de un grupo de “indeseables” que serían expulsados de la sociedad tras el recuento de votos. Los candidatos eran siete: una inmigrante, un jubilado, una feminista, un indigente, una transexual, un empleado público y un enfermo terminal. “Nos parece que dialoga bien con el contexto, en un discurso irónico que algunos no entienden al principio”, resumió García Wehbi a LA NACION.

Emilio García Wehbi y Elvira Tanferna en la performance «Operativo ‘Libertad Total’ a cargo de C.A.S.T.A.», con textos de Javier Milei y funcionarios del gobierno nacionalFabián Marelli – LA NACION

A la FLU asistieron cerca de 65.000 personas, veinte mil más que en 2023 (25.000 el sábado y 40.000 este domingo). Según informaron los organizadores, las ventas empataron con las del año pasado. Se ofertaron libros de $ 3000 a $ 30.000 (sin contar los precios de libros destinados a coleccionistas), con promociones tentadoras (tres libros a $ 10.000, por ejemplo). El costo de los stands, de $ 150.000, contribuyó a pagar los costos de producción y los honorarios de artistas y escritores convocados. “Hubo un muy buen nivel de libros y el clima claramente ayudó”, dijo Rago a este diario. “Con $ 15.000 me compré cinco libros”, ilustró una joven lectora.

Mariana Enríquez en la FLU, en plaza de la Biblioteca NacionalFabián Marelli – LA NACION

Por la plaza circularon lectores con libros usados de Jorge Luis Borges, Ernesto Sabato, Eduardo Galeano, Gabriela Cabezón Cámara, Alberto Laiseca, Hugo Padeletti, Sara Gallardo, Simone de Beauvoir, Marguerite Yourcenar, William Blake, Félix Guattari, E. M. Cioran, Susan Sontag, J. R. Ackerley y Thomas Bernhard, entre otros grandes autores y pensadores. Escritores como Esther Cross, Betina González, Josefina Delgado, Mauro Libertella, Osvaldo Baigorria, Ricardo Romero, Vera Giaconi y Flor Canosa recorrieron la FLU.

Leer fue una fiesta este fin de semanaFabián Marelli – LA NACION

Los libreros se mostraron satisfechos con las ventas. Sebastián, de la librería online Cadáver Exquisito, contó que en la primera jornada había vendido trescientos ejemplares, “sobre todo de literatura y, en especial, de escritoras”, dijo. Su colega David, de la librería santelmitana El Escriba, había llegado con unos dos mil libros en cajas; llegó a vender más de la mitad. Damián, de La Libre, estimó que este año las ventas en la FLU se habían acercado a las del año pasado, “pese a un contexto en el que la gente cuida más la plata”. Para Juan Pablo, de la librería Helena de Buenos Aires, “siempre es un placer encontrarse con lectores de todo tipo: los súper formados, los casuales, los que quieren meterse más”. Como resalta el lema de la FLU, nadie se quiso perder “la fiesta de leer”.

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