El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, de 79 años de edad, fue sometido a una cirugía de urgencia el pasado lunes por la noche debido a una «hemorragia intracraneal» que representaba un peligro para su vida.
El Hospital Sirio-Libanés de San Pablo informó que la operación transcurrió sin complicaciones y que Lula se encuentra bien, bajo seguimiento en la Unidad de Cuidados Intensivos.
Según el comunicado, la hemorragia cerebral fue detectada después de que Lula experimentara un fuerte dolor de cabeza, lo que llevó a los médicos a realizarle una resonancia magnética en Brasilia. El informe médico indicó que la hemorragia estaba relacionada con una caída que el presidente sufrió hace aproximadamente un mes y medio, en el Palacio de la Alborada.
Tras el accidente, Lula había minimizado inicialmente el incidente, describiéndolo como un «golpe tonto» y asegurando que no había afectado ninguna parte delicada de su cuerpo, negando cualquier tipo de incidencia futura como la posibilidad de un hematoma subdural.
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En una llamada telefónica con un político de su partido, el presidente comentó que estaba siguiendo las indicaciones médicas, ya que cualquier golpe en la cabeza es considerado grave, y que debía esperar varios días para evaluar los posibles daños. Sin embargo, a pesar del incidente, Lula mantuvo sus compromisos de agenda, despachando desde su residencia oficial durante varios días.
Un mes después de la caída, en noviembre, Lula fue anfitrión de la cumbre del G20 en Río de Janeiro, donde recibió a varios mandatarios internacionales, incluidos el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y el presidente de China, Xi Jinping.
Aunque el presidente brasileño siguió con su agenda pública, la cirugía reciente ha generado preocupación sobre su estado de salud, y se mantiene en observación para garantizar su recuperación en el lujoso hospital Sirio-Libanés.
El diagnóstico de hemorragia intracraneal y la posterior intervención quirúrgica revelaron la gravedad del golpe que Lula había sufrido. La operación realizada, una craneotomía para drenar el hematoma, fue un procedimiento necesario para evitar complicaciones mayores. En este momento, se mantiene un seguimiento médico estrecho para garantizar que el presidente se recupere completamente.
Este incidente ha puesto en evidencia la vulnerabilidad de la salud de Lula, que ha estado bajo un intenso ritmo de trabajo desde que asumió la presidencia de Brasil, enfrentando múltiples desafíos políticos y económicos provocados por sus propias medidas.
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A pesar de su avanzada edad, el mandatario ha continuado cumpliendo con su agenda internacional, como se evidenció en su participación en la cumbre del G20 y otros compromisos oficiales, aunque ahora se enfrenta a una recuperación que podría implicar un período de descanso.
La craneotomía a la cual se sometió Lula, consiste en la apertura de un pequeño hueco en el cráneo para poder acceder al cerebro y poder realizar, en este caso, el drenaje que se requería para alivianar la hemorragia.
Si bien, el resultado de la cirugía fue positivo, la existencia de hematomas subdurales, pueden representar grandes amenazas a la vida, ya que pueden causar hernias cerebrales que pueden llevar al paciente a la muerte. El tipo de hemorragias por el cual el presidente de Brasil debió ser sometido, suele presentarse a través de dolores de cabeza, mareos, náuseas y vómitos entre otros síntomas.