Quizás ninguna legumbre como el maní tenga tantas etiquetas posibles: más de una docena de usos culinarios, numerosas propiedades nutricionales que lo vuelven un superalimento -con valores proteicos superiores al huevo-, dotes como biomasa para la generación de electricidad, y ahora se suma que científicos del Conicet hallaron que esa finita cáscara rojiza que recubre al maní puede inactivar el virus del dengue.
Yendo de lo último a lo primero, las propiedades antivirales (estudiadas in vitro contra uno de los serotipos del dengue de mayor circulación en Argentina: el DENV-2), se encuentran principalmente en esa cascarita traicionera que a más de uno ha puesto en ridículo cuando se engancha entre los dientes. Técnicamente, es el «tegumento» del maní.
Enfocados en esa cáscara, un equipo de científicos cordobeses (comandados por los investigadores Carola Sabini y Elio Soria) pudo probar las virtudes antivirales del extracto de ese compuesto natural, «y su capacidad de inactivar en un 100% el virus del dengue”, dijo Sabini a Clarín.
Fueron aún más allá. Pensando en futuras aplicaciones contra el tedioso virus que transmite el mosquito Aedes aegypti, demostraron tanto in vitro (en la mesada de laboratorio) como in vivo (en ratones) que la administración de una dosis de ese pastiche salido de la cáscara del maní no genera toxicidad en las células infectadas. Es decir que es segura.
Todo esto fue plasmado en octubre en la revista Plants, que publicó un paper donde los equipos de Sabini y Soria, que dependen del Instituto de Investigaciones en Ciencias de la Salud (INICSA-UNC-Conicet, si bien el trabajo se hizo en colaboración con el Instituto de Biotecnología Ambiental y Salud, INBIAS-UNRC-Conicet) reportan estas novedades.
Pero no es el primer trabajo de este tipo que sale de esa usina científica, contó Sabini, microbióloga doctorada en virología, que viene investigando las propiedades antivirales del maní desde 2016, luego de (hay que destacarlo…) haber pasado tiempo de su carrera ahondando en otros hallazgos tan llamativos como éste.
Por ejemplo, las propiedades antivirales de una planta llamada marcela del campo, que se usa para producir el famoso “amargo serrano”, y que increíblemente tiene una utilidad comparable contra patógenos transmitidos por mosquitos, como el que produce la famosa encefalitis equina del oeste.
Los usos de la cáscara del maní contra el dengue
Según el paper, el mecanismo de acción antiviral de la cáscara de maní “es amplio y actúa en la etapa de adsorción-penetración viral e inhibe los primeros pasos de la infección en la etapa de post-penetración” en la célula. Traducido, inactiva el virus porque inhibe el ARN viral.
En este sentido, suma el trabajo, la cáscara del maní “es capaz de actuar como virucida y como profiláctico” y entonces “podría ser un candidato antiviral prometedor para el tratamiento de infecciones por DENV-2”. Consultada por los otros tres serotipos del dengue, Sabini explicó que están trabajando en «evaluar el extracto contra los otros serotipos» y, esperanzada, destacó que «los resultados preliminares son prometedores».
Ahora bien, de todas las opciones disponibles en la naturaleza, ¿cómo a alguien se le ocurre probar combatir el dengue con maní? Esto es, meterse a investigar una semilla-fruto seco-legumbre (el maní es las tres cosas) que se consume como snack, pero que, en comparación a las nueces o almendras, tiene reputación menor y es más barato y popular, sin contar ese costado fuertemente engañador, por el que, cuando uno repite seguido el gesto de los puñaditos adictivos, se le desploma, sin saberlo, una montaña de calorías en el cuerpo.
A Sabini, sin embargo, le pareció natural la impensada relación «dengue-maní». En parte por entrar a trabajar en un equipo de investigación con expertos en oleaginosas (plantas de cuyas semillas se extrae aceite), que ya venían profundizando en los beneficios de ciertas plantas en la salud.
Los pasos de Sabini fueron, primero, decidir enfocarse en el dengue, “por ser una problemática importante para el país”. Segundo, descartar una lista de oleaginosas de las que se conocen distintas virtudes, en busca de algún rasgo antiviral.
“Estudié la soja y la alfalfa, pero el maní fue el que más me llamó la atención, tanto por sus muchas propiedades nutricionales como por su importancia para la provincia de Córdoba, ya que la mayor parte de la producción nacional ocurre acá”, contó desde la capital cordobesa.
Dengue: tratamientos con la cáscara de maní
No muy lejos en el tiempo, en 2019, otro hallazgo relacionado al maní había llamado la atención de Clarín. También, en Córdoba. Se trataba de la producción de energía eléctrica a partir de biomasa, en un pueblo llamado Ticino.
La materia prima utilizada en ese desarrollo era cáscara de maní, pero no el tegumento rojizo sino la vaina, el desecho que crece bajo tierra y que protege al preciado fruto-semilla comestible.
Una pregunta lógica, en este punto, es si con la cáscara rojiza también se concretará una aplicación real. Sabini, confiada, cree que sí. “En una primera instancia pensamos desarrollar un fitofármaco; es decir, un medicamento con acción antiviral para el tratamiento de la infección por dengue cuando el paciente ya contrajo el virus”.
Pero hay más: “También pensamos usar el extracto como ingrediente funcional en alimentos. Estamos trabajando en una bebida funcional, pero no quiere decir que no pueda usarse en otros alimentos. Y también tenemos previsto trabajar en un suplemento dietario”.
Tanto la bebida como el suplemento tendrían una función preventiva: robustecer la inmunidad todo lo posible, de cara a una futura infección. En cuanto al medicamento, oficiaría de tratamiento propiamente dicho, ya que, al reducir la carga viral, los efectos adversos de la reacción inmunológica contra la infección quedarían minimizados.
Una pregunta lógica es si comiendo mucho maní con cáscara se podría mejorar la inmunidad frente al dengue. Sabini lo aclaró: «Seguro que el maní con piel es beneficioso porque están presentes estos compuestos que tienen bioactividad, antioxidantes, vimos también algo de inmunomodulación -cuestión que no está publicada-, y están las propiedades antivirales. Pero, si bien comer maní es bueno para la salud, el alimento que desarrollemos, al ser una formulación pensada en concentaciones adecuadas -en términos de bioactividad- y seguras, a la vez, será mejor».
Los tiempos de estos desarrollos no son fáciles de estimar, dijo la investigadora. Por lo pronto, dijo que ya probaron “la seguridad, tanto in vitro como in vivo; en cuanto a la efectividad antiviral, por ahora se llegó a probar in vitro. Faltaría probarla in vivo, en un modelo animal, para ir hacia el desarrollo de un medicamento”.
Ayudaría que los subsidios a la actividad científica no estuvieran menguados o frenados: “Es un tema complejo. De algunos no se está entregando el dinero; de otros, llegan montos sin actualización por inflación. Uno pide el subsidio mucho tiempo antes, pero hasta que lo evalúan las distintas comisiones y se autoriza, pasa mucho tiempo. Así que estamos en constante movimiento para solicitar y concursar otras formas de financiamiento”.
Maní, el superalimento de los mil usos
Maní crudo, tostado con sal o sin sal, pasta de maní, manteca de maní, aceite de maní, harina de maní, salsa de maní, leche de maní, bebida a base de maní, barritas de cereal con maní e incluso quesos a base de maní, la lista de los usos y preparados con el famoso “cacahuate” -usando la expresión regional- son numerosísimos.
Dejando de lado sus virtudes como biocombustible y la comentada dote antiviral, el maní propiamente dicho viene llamando la atención de la comunidad científica, también por su alto perfil nutricional.
Es sabido que la ingesta no debe ser excesiva (100 gramos equivalen a 500 calorías), pero, en su justa medida, el maní se destaca por ser un gran antioxidante y tener mucha proteína (el doble que el huevo), además de carbohidratos, fibras, vitaminas y minerales.
Por fin, una nota al pie sobre el colesterol, reportada en un interesante informe de los National Institutes of Health de Estados Unidos. Según el informe, el maní, además, “es una excelente fuente de compuestos como el resveratrol, ácidos fenólicos, flavonoides y fitoesteroles, que bloquean la absorción del colesterol de la dieta”.
Además, concluye, “es una buena fuente de coenzima Q10 y contiene los 20 aminoácidos con la mayor cantidad de arginina. Estos compuestos bioactivos han sido reconocidos por tener propiedades preventivas de enfermedades y se cree que promueven la longevidad”.
PS