Daniel Zecca
Mónica Peralta es subsecretaria de Cambio Climático en el gobierno provincial. De origen radical, referente del GEN, con pasado como concejala y diputada provincial, cree que recupera para la coalición Unidos el uso de la palabra progresista, pide recuperar «la cercanía» en la política y advierte sobre los peligros del exceso normativo. «La norma puede ser buenísima, ahora si la ciudadanía no se la puede apropiar no le sirve a nadie», advirtió en diálogo con El Ciudadano. «Hoy el progresismo es abrir el debate a la comunidad», explicó la número uno de la lista de concejales «El impulso de los barrios». Al mismo tiempo cree que el debate de la reforma, que allanará el camino para la autonomía de Rosario, puede dar pie para repensar el número de distritos y la elección de los concejales, entre otros temas.
—Liderás una lista dentro de una coalición que presenta 10 ofertas electorales, lo que refleja su diversidad: desde el GEN hasta la Ucedé. ¿Qué diferencia tu propuesta de las de otras listas?
—Es una lista que, más allá de la pertenencia partidaria, se nutre de mujeres y hombres que formamos parte del Impulso de los Barrios, un espacio de participación ciudadana que trabajamos desde hace tiempo. Nosotros recuperamos la palabra progresista, que desapareció en otras ofertas del frente Unidos. Hablamos de temas que otras listas ignoran: problemáticas ambientales, de género, adultos mayores, salud animal, problemáticas de sectores sociales que tienen mayores condiciones de vulnerabilidad social.
Y en términos generales también hablamos de recuperar la esencia perdida de la política: la cercanía. Hoy hay un distanciamiento entre la gente y lo político, y eso es grave, sobre todo con un gobierno nacional que maltrata, abusa y vulnera instituciones. No podemos naturalizar que la palabra libertad sea usada para faltar el respeto a las minorías. Y lo mismo va para el progresismo: para nosotros, el progresismo es socialdemocracia, no populismo. Nosotros somos representantes de la comunidad, no podemos ir al Concejo a hacer lo que nos parece.
—¿Qué ideas progresistas llevarías al Concejo que hoy no se estén implementando?
—La gestión municipal ya trabaja en proyectos inclusivos y obras importantes con la provincia. Eso es progresismo. Pero debemos enfocarnos más en bajar a tierra iniciativas como el Plan de Adaptación al Cambio Climático, que la gente no conoce. Lo progresista hoy es abrir el debate a la comunidad, escuchar y repensar la descentralización administrativa que tiene el municipio, el tipo de atención que se brinda en los distritos…
—¿Eso hay que cambiarlo?
—Yo creo que hay que repensarlo y reformularlo. La reforma constitucional es una oportunidad para rediseñar las instituciones, redistribuir recursos. Hay que pensar cómo rediseñamos la vida de las instituciones, la vida política, la vida económica, el sistema financiero. Quizás tengamos que ampliar los seis distritos que tenemos hoy, porque Rosario ya no es la ciudad de hace 20 años atrás. Hoy la ciudad cambió mucho. Rosario es caja de resonancia de los problemas nacionales. Si no repensamos las instituciones, y la gran oportunidad es poder trabajar sobre la nueva Carta Orgánica después de la reforma constitucional y la autonomía municipal. Que a su vez nos permita, por ejemplo, que los concejales y las concejalas sean elegidos por distrito, obligándolos a rendir cuentas.
—¿Ves esta elección como un punto de inflexión por la oportunidad que genera la reforma constitucional que le permitirá dictar su propia Carta Orgánica?
—Totalmente. La autonomía nos permitirá discutir una nueva Carta Orgánica, integrando la fuerza de los barrios. Hoy hay fragmentación: cada uno cuida lo suyo y cuesta articularse. El Estado debe repensarse para no reproducir modelos obsoletos. ¿Cuál es la función hoy del Estado? Un Estado que cada vez tiene menos posibilidades de resolver problemas estructurales.
—Ya fuiste concejala. ¿Qué diferencias ves entre el Concejo de aquella época y el actual?
—El Concejo actual ha abierto más audiencias públicas, como las de nocturnidad, por ejemplo, lo que es positivo. Pero falta cercanía presencial en los barrios. Antes, si anunciabas una reunión, venían 200 personas; hoy, con la digitalización, hacemos una reunión y vienen 10 personas. Hay que recuperar la asamblea presencial, porque la segmentación nos hizo intolerantes a la crítica. No aguantamos pensar diferente. La única manera es estar y validar la gestión con el acompañamiento de las vecinas y los vecinos.
La norma puede ser buenísima, ahora si la ciudadanía no se la puede apropiar no le sirve a nadie. Pensemos en la problemática de residuos. Si hay contenedores o no, si se hacen los basurales, si se limpien y vuelven. Yo digo siempre que alrededor de un basural hay un montón de problemáticas que como Estado tenemos que resolver.
—¿Cómo hacer que las ordenanzas trasciendan el papel?
—Tenemos un exceso normativo. A veces se sancionan leyes sin analizar si son viables o si chocan con otras. Mi experiencia como diputada me enseñó que los proyectos exitosos requieren tiempo y consenso, como la reforma del Código Procesal Penal o la Ley de Ambiente, que debatí dos años con todos los sectores. El Concejo debe priorizar calidad sobre cantidad y asegurar que lo aprobado se cumpla.