POLÍTICA
La rápida reacción de una joven madre y la intervención de los vecinos evitaron una tragedia.
La provincia de Mendoza se ve sacudida por un episodio tan aberrante como revelador: una mujer de 36 años, en complicidad con su pareja de 27 años y un joven de 21, intentó vender a su propio nieto por la suma de 14 millones de pesos. El menor, de tan solo tres años, iba a ser entregado en la provincia de Salta a unos presuntos compradores ya contactados. La operación fue desbaratada a tiempo gracias al accionar desesperado de la madre del niño, quien descubrió todo al revisar el celular de su madre.
Los hechos se desencadenaron en el interior del asentamiento conocido como “La Tablada”, ubicado en el departamento Tunuyán, a 83 kilómetros al sur de la capital mendocina. La joven madre, al leer accidentalmente los mensajes de WhatsApp en el celular de su madre, descubrió el siniestro plan y dio aviso inmediato a sus vecinos, quienes rápidamente se comunicaron con el 911. Gracias a la celeridad del operativo policial, patrullas interceptaron a los implicados sobre el callejón Belgrano antes de que pudieran escapar con el niño.
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De no haberse actuado con velocidad, los tres adultos habrían huido por la Ruta Nacional 40 rumbo a Salta, dificultando su localización. Sin embargo, fueron capturados en flagrancia y trasladados a la Comisaría 15 por orden de la fiscalía.
“El niño está bien, resguardado, tiene 3 años”, aseguró Jessica Benítez, directora de Protección y Restitución de Derechos, al confirmar que el pequeño quedó bajo custodia estatal y recibió atención de los Equipos Técnicos Interdisciplinarios (ETI).
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El caso, que ya está en manos de la justicia penal, revela no solo la intención criminal de los involucrados, sino también una profunda crisis cultural y moral que atraviesa a ciertos sectores sociales. La falta de límites, el desprecio por la vida y la explotación de los vínculos familiares con fines económicos muestran un rostro más del deterioro social. La situación interpela además a los sistemas de asistencia social, hoy más enfocados en la administración de recursos que en el rescate de valores.
La figura de una “abuela” de apenas 36 años, actuando como jefa de una organización delictiva familiar, desnuda una realidad dolorosa: hay comunidades donde la complicidad y la decadencia moral se combinan con consecuencias devastadoras.
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