Nota extraída del sitio web de la Liga Internacional Socialista.
La acción fue un desesperado intento para evitar los salvajes ataques de Putin con misiles.
Desde el inicio de las negociaciones ruso-ucranianas en Estambul, que comenzaron el 29 de marzo de 2025, los analistas han señalado una marcada intensificación de los bombardeos rusos con misiles y drones sobre las principales ciudades de Ucrania. A finales de mayo, es decir, en vísperas de una nueva ronda de conversaciones, se registró el nivel más alto de dichos ataques contra la capital ucraniana, Kiev. En la noche del 24 al 25 de mayo de 2025, Rusia lanzó el ataque combinado más masivo sobre Kiev, disparando 9 misiles balísticos y varias decenas de drones de ataque desde diferentes direcciones. Las fuentes informan de 4 personas muertas y 23 heridas en Kiev, entre ellas varios niños. En total, esa noche horrenda murieron 12 personas y 79 resultaron heridas en toda Ucrania. Las víctimas de los ataques con misiles y drones fallecieron, principalmente, en sus apartamentos y casas.
Ya el 5 y 6 de junio de 2025, Rusia llevó a cabo dos de los ataques más grandes contra Ucrania desde el inicio de la guerra, lanzando más de 450 drones del tipo iraní “Shahed” y alrededor de 40 misiles balísticos (Iskander-M) y de crucero. El ataque afectó prácticamente todo el territorio ucraniano, incluyendo Kiev, Leópolis, Ternópil, Jmelnitski, Chernígov y otras ciudades. Como resultado, murieron hasta 15 personas y cerca de 100 resultaron gravemente heridas.
La agenda internacional
La tendencia reciente de intensificación de los ataques rusos con misiles y drones no se relaciona únicamente con el estancado proceso de negociación en Estambul. Rusia está utilizando dichas negociaciones para ganar tiempo, ya que sigue avanzando en el frente. Aunque ese avance no es rápido, es bastante constante. Ya resulta completamente evidente que Ucrania sufre una escasez catastrófica de sistemas de defensa antiaérea occidentales y de misiles para estos sistemas. Por supuesto, Putin lo sabe y, deliberadamente, incrementa la cantidad de ataques con misiles y drones contra las ciudades ucranianas.
El presidente de EE. UU., Donald Trump, actuando de forma bastante sincronizada y en complicidad con su nuevo socio imperialista Putin, ha bloqueado de forma segura cualquier nuevo paquete de ayuda militar para Ucrania, y poco a poco se distancia del proceso de negociaciones ruso-ucranianas. Ya todos comprenden que sus promesas de campaña de terminar esta guerra “en 24 horas” fueron una obvia tontería y una muestra de incomprensión de las causas y del desarrollo de la guerra misma. Al mismo tiempo, su administración hace todo lo posible por retrasar al máximo la aplicación de sanciones económicas contra Rusia, relacionadas con un aumento del 500 % en los aranceles a los países que comercian con la Federación Rusa.
Sin embargo, en el Congreso y el Senado de EE. UU. se está fortaleciendo, evidentemente más allá de la voluntad de Trump, un lobby antirruso de carácter bipartidista. El senador republicano Lindsey Graham ha anunciado varias veces su proyecto de sanciones contra Rusia. Uno de los objetivos principales declarados de este tipo de sanciones es alentar a diversos países a apoyar a Ucrania sin perder sus lazos económicos con Rusia. En particular, propone establecer excepciones a los aranceles del 500 % en el comercio con Rusia para aquellos países que proporcionen ayuda militar o humanitaria a Ucrania. Este proyecto de ley también implica una evidente presión sobre China. Graham intenta usar una palanca económica para obligar a China a cambiar su postura sobre la guerra en Ucrania.
Para junio de 2025 también quedó completamente claro que los países europeos de la llamada “Coalición de los decididos”, encabezados por el Reino Unido y Francia, a pesar de numerosas declaraciones altisonantes de “apoyo a Ucrania”, resultaron absolutamente incapaces de satisfacer sus necesidades de suministro de armamento. Los pocos aviones F-16 de versiones muy antiguas que algunos países de la UE entregaron a Ucrania no representaron ni remotamente un “cambio de juego” en esta guerra. Como ya se había mencionado, Ucrania agotó sus sistemas de defensa antiaérea, incluidos los sistemas estadounidenses “Patriot”. Y sus socios europeos no pueden entregarle sistemas equivalentes, debido a su extrema escasez y al temor de arriesgar esas unidades únicas.
Operación “Telaraña”
Sea como fuere, Ucrania se enfrentó a la difícil tarea de, al menos, reducir el número de ataques con misiles rusos sobre sus ciudades. La operación “Telaraña”, que atrajo la atención mundial y fue llevada a cabo por Ucrania el 1 de junio de 2025 con el objetivo de destruir varios bombarderos estratégicos rusos desde los cuales se bombardeaban ciudades ucranianas, resultó ser uno de los eventos más destacados y exitosos de Ucrania durante la guerra en 2025. El objetivo de la operación fue atacar aeródromos militares rusos utilizando drones de ataque ucranianos.
Al menos cuatro bases aéreas estratégicas rusas fueron atacadas: Olenya (región de Múrmansk), Belaya (región de Irkutsk), Diágilevo (región de Ryazán) e Ivánovo (región de Ivánovo). Se utilizaron exclusivamente drones de fabricación ucraniana, incluidos drones FPV. El presidente Zelenski subrayó que en esta operación no se utilizó armamento de los aliados.
Los drones ucranianos fueron trasladados en secreto al territorio ruso. Para ello, se usaron camiones de carga que transportaban casetas u hogares de madera, bajo cuyos techos se ocultaban los drones. En el momento oportuno, los techos se abrían a distancia y los drones eran lanzados. Se informa que los conductores de los camiones no sabían qué clase de carga transportaban. Según la parte ucraniana, se usaron 117 drones, con los cuales se atacaron 41 aviones rusos de aviación estratégica. Entre las aeronaves dañadas se encontraban A-50, Tu-95, Tu-22, Tu-160, así como An-12 e Il-78.
Las autoridades ucranianas afirmaron que una parte importante de los aviones fue destruida de forma irreversible y otra necesitará una larga reparación. Algunos expertos militares internacionales consideran que Ucrania pudo haber dañado hasta el 10 % de la aviación estratégica rusa. Los expertos destacaron el alto nivel tecnológico de la operación “Telaraña”. Además, fue la primera vez que se atacaron objetivos militares rusos en Siberia.
Esta operación demostró la capacidad de Ucrania para golpear la retaguardia profunda del enemigo mediante métodos innovadores y asimétricos. Al mismo tiempo, Donald Trump, como es su costumbre, se mostró indignado por dicha operación militar especial de Ucrania y declaró que esta le dio vía libre a Putin para continuar bombardeándola.
Estas pérdidas de la aviación estratégica rusa son irreparables. Estos aviones son de fabricación soviética y su producción ya no existe en el territorio de Rusia. Irónicamente, se trata precisamente de aquellos aviones que fueron entregados por Ucrania a Rusia tras la firma, en diciembre de 1994, del llamado “Memorándum de Budapest”. En virtud de este documento, Ucrania renunció a su armamento nuclear y a los bombarderos estratégicos como sus portadores, entregando todas sus reservas a Rusia. Y los “garantes de la seguridad de Ucrania” fueron Rusia, Estados Unidos y el Reino Unido. Por supuesto, todo esto resultó ser un engaño imperialista. Rusia emprendió una agresión armada contra Ucrania, mientras que EE. UU. y el Reino Unido renunciaron a su papel de “garantes de seguridad de Ucrania”, limitándose a alabanzas interminables y suministros de armamento completamente insuficientes y mínimos.
En el cuarto año de guerra, los ucranianos corren automáticamente a los refugios antiaéreos ante las alarmas nocturnas de ataque aéreo. Decenas de miles de ciudadanos de Kiev escapan de los ataques nocturnos con misiles y drones en las mismas estaciones de metro. Hay cansancio de guerra, pero no hay desánimo ni apatía. Hay fe en la propia fuerza y suerte. Y esperanza de que no nos abandone. Nuestra defensa continúa, pase lo que pase…
Por Oleg Vernik, Presidente del Sindicato Independiente de Ucrania “Zakhist Pratsi” – Liga Socialista de Ucrania