Hallan sin vida a una mujer surcoreana y a su hijo: una escena limpia y la sospecha más firme

“No quería vivir”. La falta de indicios que conduzcan a un doble asesinato y el testimonio de un familiar directo de las víctimas permitirían conjeturar que lo que pasó en un departamento del tercer piso de la calle Galicia al 900, en pleno barrio de Caballito, se trató de un homicidio seguido de suicidio.

Allí vivían Eun Hye Ku, de 47 años, y su hijo Yoonsuk Ko, de 13, ambos de nacionalidad surcoreana. El miércoles 10 de julio pasado, en horas de la nohe, personal de la Comisaría Vecinal 6 A de la Policía de la Ciudad de Buenos Aires acudió al lugar tras un llamado realizado por un hombre que afirmaba haber encontrado sin vida a su hermana y a su sobrino adolescente.

Al arribar, los oficiales entrevistaron a Fabián Claudio Ku, quien explicó que había ingresado con su llave personal al domicilio que compartía su hermana con su hijo. El hombre aseguró que, al no recibir respuesta en sus llamados habituales durante el día, decidió ir hasta el domicilio. Allí encontró una escena estremecedora: su hermana yacía en el suelo con una bolsa en la cabeza y un cable de alargue ajustado al cuello, mientras que su sobrino tenía una remera rota alrededor del cuello y no tenía signos vitales.

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Ambos cuerpos se encontraban ubicados en el mismo sector del departamento, sin señales de violencia visible, ni indicios de ingreso forzado. Los agentes confirmaron que la puerta no había sido forzada, no se encontraron cartas de despedida y no se detectaron signos de pelea ni desorden en la vivienda.

De acuerdo con el parte policial, la mujer fue hallada en posición decúbito dorsal, vestida y sin lesiones externas evidentes, mientras que el menor, que se encontraba cubierto parcialmente con una frazada, tenía colocados calzoncillos y una remera rasgada en el cuello. “Debido a su contextura física, los signos de asfixia no eran fácilmente observables a simple vista”, apuntó uno de los investigadores.

El hermano también informó a los oficiales que la madre de ambos, una mujer de 69 años, vivía en el mismo domicilio y que esa mañana, alrededor de las 9:30, la había llevado al local de cafetería que atiende la familia, en un aparente intento de evitar que presenciara el hecho. Sin embargo, la presencia de la mujer en el lugar en el momento del crimen no está del todo clara, y forma parte de la investigación en curso.

Según su relato, Eun Hye Ku padecía depresión, recibía tratamiento médico con antidepresivos y también tenía problemas respiratorios crónicos, lo que dificultaba –según sus propias palabras– el cuidado cotidiano de su hijo, diagnosticado con autismo. En varias oportunidades le había expresado a su hermano que “ya no quería vivir más” y que le resultaba cada vez más difícil seguir adelante.

En el lugar trabajó la División Investigaciones Comunales 6 (DIC6) de la Policía de la Ciudad, en conjunto con la Unidad Criminalística Móvil, que procedió al secuestro de los elementos vinculados al hecho: la bolsa plástica tipo de compras y el cable de alargue, retirados por el propio hermano al descubrir el cuerpo de su hermana. Estos objetos fueron enviados a peritaje forense y podrían ser clave para reconstruir lo sucedido.

La causa, en manos de la Fiscalía Nacional en lo Criminal Nº 50, subrogada por el fiscal Mariano Orfila, fue caratulada en principio como averiguación de causales de muerte, aunque no se descarta que pueda modificarse a homicidio seguido de suicidio, conforme avancen los peritajes y se analicen los testimonios.

Desde los primeros minutos, los investigadores enfocaron sus esfuerzos en reconstruir los movimientos de los tres miembros del núcleo familiar ese día, y esclarecer si la abuela se encontraba presente o si fue retirada del domicilio previamente por decisión de su hijo, ante la sospecha o conocimiento de lo que estaba por suceder.

Los antecedentes de salud mental de la víctima y su contexto familiar resultan centrales en la investigación. La Fiscalía también investiga si hubo algún tipo de detonante emocional, si existió una planificación previa del hecho y si los elementos utilizados fueron preparados con anticipación.

De acuerdo a los voceros, el departamento no contaba con cámaras internas y las imágenes externas relevadas por la policía aún no permiten establecer con claridad si hubo movimiento de terceros en horarios cercanos al hecho. Por el momento, la hipótesis más fuerte apunta a un acto desesperado de una madre que no pudo más. “No quería vivir”, fue la frase que el hermano de la mujer le dijo a los investigadores para que entiendan el cuadro que depresivo que atravesaba.

Aunque los peritos no encontraron una nota de despedida en el lugar, se está analizando el contenido de los teléfonos celulares y dispositivos electrónicos secuestrados, en busca de mensajes, búsquedas o indicios previos que puedan confirmar la intencionalidad o revelar información sobre el estado mental de la víctima en los días previos.

El recuerdo de la masacre de Villa Crespo

R.P.

El miércoles 21 de mayo pasado una familia fue hallada asesinada en su departamento del barrio porteño de Villa Crespo. Vivían en la calle Aguirre al 200 y el caso despertó un sinfín de teorías, hasta que los peritajes pudieron reconstruir lo que había pasado.

Laura Fernando Leguizamón, de 51 años, sufrió un brote psicótico y asesinóa puñaladas a su marido, Bernardo Adrián Seltzer, de 53, y sus hijos adolescentes Ian e Ivo, de 15 y 13 años respectivamente. Los cuerpos estaban en distintas habitaciones y uno de los menores yacía junto a la puerta de entrada, cubierto de sangre.

El hallazgo se produjo alrededor de las 13.30, cuando la empleada ingresó con su llave habitual y dio aviso al 911. Al llegar al lugar, los agentes constataron que la puerta no presentaba signos de violencia, lo que descartó un intento de robo, como sucede en el caso de Caballito.

En la escena los investigadores hallaron una carta con frases incompletas o inconexas. Esto decía: “Íbamos a la calle”, “Les arruinaba la vida”, “Con lo que iban a pasar, todo mal, muy perverso”, “Fue mucho”, “Los amo”, “Lo siento”, “Mis padres”.

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