El Gran Hermano sigue observando: que pedirá ahora (más allá del dólar)

Otra vez, el Gran Hermano llamó al participante al Confesionario. Y nuevamente fue duro. Directo. Sin grises. Pero, finalmente (y por segunda vez) le dijo al participante: “No está nominado”. Que es lo mismo que decir, sigue en el juego. Con las reglas del organizador. En este caso, el Fondo Monetario Internacional (FMI). Y quien continúa participando, algo desgastado, abrumado, y, quizá, bastante desangelado, es Argentina. El juego es simple: cumplir con las metas y pautas del acuerdo de Facilidades Extendidas firmado el 11 de abril del 2024. A cambio, el país recibe como premio unos US$ 20 mil millones conectados vía respirador artificial a las bóvedas simbólicas del Banco Central de la República Argentina (BCRA), distribuidos en giros parciales que comenzaron el 15 de abril con unos 12 mil millones, siguieron el 5 de agosto con otros 2 mil millones, y ahora habrá que esperar al 2026 para más envíos de dinero; ya que se pactó que la próxima revisión se postergue al primer trimestre del próximo ejercicio.

Ya en julio, en este espacio, se describió la vigilancia del cumplimiento del acuerdo como un gran ojo llamado Gran Hermano, pero no el programa de TV, sino diseñado por la pluma maravillosa de George Orwell en la novela 1984, publicada en 1949. Ese concepto de Gran Hermano que todo lo ve, todo lo escucha, y que permanentemente observa movimientos generales, es aplicable al signo y tarea que hoy desarrolla el FMI sobre la economía argentina. No siempre habla. No siempre aparece. Sus declaraciones son ahora esporádicas. Pero se sabe que todo lo observa, que opina permanentemente en silencio y que, es el dueño del destino del plan económico argentino. Guste o no. Al menos mientras el Facilidades Extendidas esté en vigencia, en teoría, hasta el 2035.

Ya había intervenido con su particular frialdad en la primera semana de agosto, tiempos en donde desde el quinto piso del Palacio de Hacienda y el segundo del edificio de Reconquista 258 se batallaba, exitosamente por cierto, por mantener el dólar de los 1.300 pesos. Eran días en donde la tasa de interés se movía en un promedio de 48% (ya un porcentaje alarmante), pero con la sensación de situación domada. Ese Gran Hermano orwelliano salió en un momento de su posición de observador, y sacudió el tablero publicando un informe demoledor donde advertía a la Argentina que “es fundamental realizar esfuerzos adicionales para reconstruir las reservas”. Recomendó también facilitar una mayor formación de precios y fomentar la compra de divisas en el mercado; ya que las reservas acumuladas en el Banco Central se mantienen en un nivel “críticamente bajo”. Sin embargo, decretó luego un sigan participando, y la Argentina se mantuvo en el juego, previo giro de US$ 2 mil millones. Esto además de la aprobación del Facilidades Extendidas.

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Hay algo que al FMI le da satisfacción. Que el tipo de cambio esté elevado, y se mueva en lo que para el organismo es casi el valor de equilibrio en estos tiempos. Como el propio Fondo hizo que figure en el texto del Facilidades Extendidas, ese valor era un 20% por arriba de la cotización del 11 de abril de 1.097 pesos. Para el Fondo entonces, el inicio de las bandas debería haber sido de un dólar a unos 1.480 pesos, con un Central comprando divisas a los exportadores sojeros. Nada de eso ocurrió, y las reservas de la entidad que dirige Santiago Bausili están hoy algo peor que cuando comenzó el acuerdo. Salvo los dólares del FMI y los acumulados por el Tesoro vía superávit fiscal. El dinero de esta última cuenta suma en estos tiempos unos US$ 1.200 millones; y sólo el Dios Mercado sabe si alcanzan para pelear hasta el 26 de octubre. Luego, se verá.

Como se sabe (y se vivió), el miércoles 17 comenzó una nueva etapa en esta parte de la historia económica del país, con un Banco Central que debió, por primera vez desde aquel 11 de abril de inicio de temporada, salir a vender un puñado de dólares (US$ 53 millones, ni tan tanto ni tan poco), para que el tope de gama de la banda no se vea desbordado. Esa jornada fue analizada detenidamente por el Gran Hermano, que ya había autorizado antes de las elecciones del 7 de septiembre en la Provincia de Buenos Aires la posibilidad de intervención, como el 8 de ese mes (luego de la amarga derrota), la decisión contraria. Ya no hubo rifa de divisas desde el Tesoro, y se esperó hasta el miércoles de la semana que termina para que haya noticias intervencionistas. Esta vez, a través del Central, vendiendo. El diagnóstico del FMI es siempre el mismo. El problema no es la venta, siempre que sea razonable y que se pueda explicar contablemente a través de las divisas del Tesoro y no se “toquen” (es una forma de decir) el dinero girado por el organismo, destinado, en todo caso, para el magestuoso pago de enero próximo de unos US$ 5.400 millones por el vencimiento de los cupones de los Globales y Bonares. El problema es el “yo te dije” del Gran Hermano, que recuerda como una travesura ideológica no haber comprado dólares entre mayo y junio pasado, cuando el BCRA (Milei) tenía músculo para operar sobre el Mercado Unico y Libre de Cambios (el nombre, sigue siendo un eufemismo).

Pero no habrá sanciones. Ni mucho menos críticas. Incluso Luis “Toto” Caputo la pasará bien en Washington, cuando en octubre participe de la tradicional reunión de otoño del FMI y el Banco Mundial. Pero habrá una exigencia. Casi innegociable. Y va más allá del cumplimiento de las metas fiscales, de no emisión monetaria y de acumulación de reservas (norte que no se logrará). Lo que el Gobierno de Javier Milei debe procurar es que el acuerdo del Facilidades Extendidas se apruebe por ley. ¿Y de qué manera? A través de la aprobación de sus lineamientos generales en el proyecto de ley de Presupuesto 2025, que Javier Milei presentó en sociedadel lunes pasado en una emisión grabada para ser lanzada en el Prime Time. Allí figuran todas las metas pactadas con el organismo, incluyendo las metas, objetivos y obligaciones mutuas. Como se sabe, hasta aquí, el acuerdo con el FMI está vigente vía DNU; lo que le da una legalidad precaria. En los días del lanzamiento vía Decreto de Necesidad y Urgencia, el FMI no hizo problema, sabiendo las dificultades reales que el Gobierno mantiene en el Congreso Nacional, tema que esta semana fue furor.

Desde Washington hubo un guiño potente en aquella segunda quincena de abril, donde se bendijo el decreto, pese a que, todos saben, violenta una ley impulsada por Martín Guzmán como ministro de Alberto Fernández, donde se prohíbe nuevos endeudamientos, salvo que los apruebe el Congreso Nacional. El DNU en cuestión mencionaba la emergencia en la que se encontraba el país como justificativo. Pero tanto el FMI como muchos habitantes del Palacio de Hacienda, que, más tarde o más temprano, los diputados y senadores deberán intervenir para darle la legalidad final y necesaria al Facilidades Extendidas.

Ésta será la próxima meta con el Fondo que el Gobierno de Javier Milei debe cumplir. Y es un Norte fundamental. Otro más que depende del resultado del 26 de octubre y de la consecuente nueva formación del Congreso Nacional. Argentina debe tener un Presupuesto 2026 aprobado, y que incluya el contenido del acuerdo de Facilidades Extendidas firmado el 11 de abril. Solo así volverá el Gran Hermano a citar al participante Argentina al confesionario, le dará una tunda verbal, pero seguirá participando. Y recibirá así una nueva tanda de dólares. Concretamente, US$ 2 mil para pasar el verano. Y pagar la deuda con los privados.

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