Era el momento. Era el día. ¿Para qué esperar? Central tenía la enorme chance de clasificarse a la Copa Libertadores de manera anticipada, quedar como el mejor de la temporada al menos desde los números. Y todo en un rato, en un mini partido que exigía más que nunca y ante un equipo necesitado que quiso jugar de guapo.
Pero a Central no se le va a ganar de guapo, a Central no le importa que vivan llorando, que se vivan quejando, que ya cualquier cosa entre en el terreno de lo discutible hasta lo que está a la vista. Central sigue, se adapta a las circunstancias y se abstrae de los climas que quieren construir.
El equipo del Profe (tremendo look gafas) planteó otro partido inteligente, jugando cuando pudo, luchando cuando pudo. Generó para hacer goles. También le generaron para anotar, como la de Gómez que pateó al arco más que en todo su regreso a Central. Pero ahí salvó Broun, para mostrar que sigue siendo pieza clave, como cuando se salió campeón.
Con lluvia, con sol, con 90 minutos o con 45, Central no se relajó. Sabía que era su momento y no lo dejó pasar. Aprovechó un error grosero de Sarmiento para ganarlo y después trabajó ante la locura de un rival que quiso hacer con la boca lo que no pudo con los pies.
Ángel vino a casa para lograr cosas y para pasarla bien. Ahora también lo va a disfrutar América.
