Ideología sin tapujos: al 20% de los rosarinos ya no le da vergüenza autopercibirse como de derecha

Por Daniel Zecca

Una medición de la consultora Innova Opinión Pública determinó que el grupo de personas que se autopercibe como de derecha creció 20 puntos porcentuales en Rosario, en la comparación entre 2018 y la actualidad. Si bien derecha e izquierda son categorías que simplifican la discusión política, tanto que algunos dudan de su eficacia, sirven al menos como punto de partida para explicar los cambios en la sociedad. En especial desde que los términos libertario, zurdo, escuela austríaca y mandriles, entre muchos otros, pululan por las redes y el discurso público.

«La derecha y la centroderecha pasaron de promediar entre las dos el 25% en 2018 a un 45% en 2025. Y ese crecimiento, que se da en las dos opciones, fue en detrimento de la opción «no sabe». Lo que pasa no es que se achica la izquierda, sino que gente que antes no sentaba posición se termina inclinando mayoritariamente hacia la derecha. Con lo cual, la cercanía o la simpatía ideológica existía, se debe haber expresado electoralmente de alguna forma, pero evidentemente encontraba una barrera para expresar públicamente al posicionamiento», explicó Guillermo Variego, director de Innova.

Para el consultor político Lucio Guberman, «lo que vemos es una revelación de que lo que estaba en la gente y no se decía, y que al encontrar representación política empezó a salir». Al mismo tiempo, destacó que «la izquierda, como discurso rebelde, como discurso antisistema, perdió fuerza, y empezó a ser más representativo, inclusive de sectores sin privilegios, de sectores vulnerables, un discurso de derecha».

El filósofo y politólogo rosarino Eduardo Rinesi analizó el fenómeno, pero antes se permitió dudar de las clasificaciones tajantes: «Si hay algo que sabemos es que ningún sujeto es una cosa y nada más, todos somos muchas cosas al mismo tiempo, y algunas de esas cosas articuladas de una determinada manera configuran ideologías que solemos llamar de izquierda, y otras de esas cosas configuran ideologías que solemos llamar de derecha. Pero somos ese montón de cosas juntas, vivimos en un tiempo muy enquilombado y entonces queremos un poco de orden, y eso nos hace ser un poco de derecha, y al mismo tiempo si vamos caminando por la calle y alguien se desvanece de hambre nos agachamos y le preguntamos «¿señor lo puedo ayudar?», porque no somos unos hijos de puta, y esa idea de fraternidad y de solidaridad nos acerca a ser algo de izquierda. ¿Somos de derecha? ¿Somos de izquierda? ¿O sólo lo somos porque en el momento en que se acercó un encuestador con un grabador nos formulamos la pregunta?».

«El éxito de Milei no es haberse dado cuenta de que la Argentina es una sociedad de derecha y haberse decidido a representarla. La sociedad argentina que votó a Milei, diez años antes, había votado con las dos manos a Cristina Kirchner. Y es la misma sociedad, son los mismos tipos y tipas, un poquito pueden haber cambiado, pero ¿cuánto cambia una persona en diez años? Son igual de buenos o malos padres de familia, son igual de buenos o malos compañeros de trabajo. Son las mismas personas las que votaron a Cristina y las que votaron a Milei», advirtió Rinesi, y agregó: «Entonces, lo que hay que preguntarse no es si una sociedad que era masivamente de izquierda se convirtió en una sociedad masivamente de derecha, porque ahí estamos meando fuera del tarro. Lo que hay que advertir es que una sociedad es un conjunto complejo, inarmónico, complejo, contradictorio, de sujetos que son también complejos, inarmónicos y contradictorios, y que hay discursos que interpelan a esos sujetos en lo que tienen de más egoístas, hay otros discursos que los interpelan en lo que tienen de más solidarios».

Para el filósofo egresado de la UNR, «hay una cantidad de tipos confusos y confundidos, que son buenos y malos, egoístas y generosos, ambiciosos y solidarios, y todo eso junto, que están esperando, o no, que hubiera un discurso en condiciones de interpelarlos en lo que tienen de mejores y de más nobles».

Sobre la forma en que son abordados los encuestados y la correspondencia de sus opciones, Variego explicó: «Nosotros no profundizamos en el concepto. No decimos «considerando que la derecha es tal cosa y la izquierda tal otra». La pregunta la hacemos sencilla en términos de conocimientos previos de la población. La carga conceptual la pone el ciudadano, lo que sí podemos corroborar es que hay una aproximación muy pertinente a los conceptos, porque cuando después ves los cruces con las adhesiones partidarias o a las figuras públicas, coinciden bastante y no hay contradicciones».

En relación a las motivaciones de este cambio en un sector tan importante de la sociedad, explicó: «Lo hacen amparados por este clima de época que despierta Milei y encuentran en él al principal impulsor de este despertar, que muestra logros internos vinculados a la inflación y al dólar, y construye un adversario concreto, porque pone enfrente a la izquierda. Lo hace con vehemencia, con contundencia, pero también pone enfrente a los moderados, pone enfrente al centro, y lo hace constantemente, «nosotros y ellos, el bien y el mal», y eso presenta un escenario donde esos apoyos se vuelcan al fanatismo, y va construyendo un escenario donde muchos ya no encuentran esas barreras que tenían antes para expresarse públicamente».

Autopercepción y vuelta atrás

«No discutiría seriamente que hay una derechización de la sociedad, porque no lo ves sólo en la autopercepción, sino que lo ves en la vuelta atrás de algunas cosas, que se supone que eran más progresistas, y ese concepto progresista, «woke» diría el presidente, no es tan sólido ni indiscutible como parecía hasta hace poco, no había forma de pararse en otro lado. Y ahora lo que ves es que no es tan sólido ese bloque», explicó Guberman.

Sobre la evolución de esa reacción, analizó: «Es difícil pronosticar, pero tengo la sensación de que hay cosas que no van a retroceder, porque están firmes. El movimiento de las mujeres va a mantenerse firme y no se va a desactivar por una embestida de Milei. Entonces, yo creo que es más firme la tendencia a la ampliación de los derechos que la tendencia al retroceso. Te diría con respecto a que pare acá».

Guberman analizó lo que él considera las causas que desde la centroizquierda alimentaron el crecimiento de opciones y adhesiones de derecha: «En la década del 90, un economista francés de izquierda, Jean Paul Fitoussi, advertía a los progresistas franceses que esta posiciones del progresismo pro-inmigración, le iban a terminar enemistando con los trabajadores franceses, porque para el progresista de clase media y de clase media alta, la integración es muy fácil, un discurso políticamente correcto, cuyas consecuencias negativas, que es la de tener gente que se comporta distinto, tiene otras costumbres, y hace otras cosas en el barrio, la padecían los trabajadores franceses, no la clase media. La inmigración no iba a vivir a los barrios ricos, iba a vivir a los barrios populares, y Fitoussi decía «ojo, porque nosotros me metemos con ganas a todas estas políticas y estamos alimentando a la derecha». Así que cuando la derecha se carga al hombro el discurso anti-inmigrante, encuentra una conexión con sectores populares, porque a los que les cambiaron las condiciones de vida es a los sectores populares, por la competencia por el trabajo y también por las costumbres, porque los inmigrantes en Europa, sobre todo porque los inmigrantes africanos, con otro idioma, con otro color de piel y demás, incomodaban al trabajador francés».

El consultor político rosarino trasladó esa experiencia europea a nuestros pagos: «Hay un libro muy bueno, que se llama ¿La rebeldía se volvió de derecha?, de Pablo Stefanoni. Y hay mucho de esto mismo, de la reacción de sectores populares, tipos comunes, laburantes comunes sin demasiada sofisticación intelectual, que se vieron avasallados por el final de la binaridad sexual y por un montón de cosas que lo superaban en términos de formación y de educación formal e informal. Entonces, cuando encontraron estas reacciones se sintieron más cómodos».

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