Sin connotaciones partidarias, el desfile por el Día de la Independencia fue abierto por “las fuerzas del cielo”. Aeronaves y helicópteros militares surcaron el firmamento, luego de que el general de brigada Oscar Santiago Zarich, comandante de Adiestramiento y Alistamiento del Ejército y jefe de los 7000 efectivos que formaron parte de la exhibición, le pidiera autorización al presidente Javier Milei para dar el primer paso.
Con esta demostración de las Fuerzas Armadas, el Gobierno procura recuperar una práctica que muchos países avanzados tienen en el calendario, como Francia, con los tradicionales desfiles por Champs Elysées (el 14 de julio de cada año), y las grandes exhibiciones que Rusia, Estados Unidos, China, el Reino Unido y la India, entre otros países, realizan para dejar constancia del poderío militar.
Pero hay diferencias entre el equipamiento militar de nuestro país y las fuerzas armadas de las grandes potencias, admiten en fuentes castrenses. Desde hace varios años, la Argentina invierte en defensa el 0,7% del PBI, bastante menos que otros países de la región, como Brasil (1,4%) y Chile (1,8%). Y muy por detrás de Israel (5,6%), Rusia (4,2%), Estados Unidos (3,7%) y el Reino Unido (2,2%). En las propias fuerzas se admite que Chile y Brasil le sacan ventaja a la Argentina en materia de equipamiento militar desde hace varios años.
Cinco años después del último desfile militar por las calles porteñas, la Fuerza Aérea desplegó aeronaves recientemente incorporadas a su flota, como los aviones Embraer ERJ-140, B-200 Huron, Hércules C-130 H –donado en abril último por el gobierno de Estados Unidos- y el IA-63 Pampa III, muchos de ellos con años de servicio y modernizados en la Federación Argentina de Aviones (Fadea). Para el modelo más esperado –los aviones caza F-16 comprados a Dinamarca y con equipamiento militar provisto por Estados Unidos- habrá que esperar. El año próximo llegaría la primera de las 24 aeronaves, que funcionará como “avión escuela” para la capacitación y el entrenamiento de los pilotos.
Hoy la Fuerza Aérea no tiene aviones caza supersónicos, como los F-16, imprescindibles para interceptar vuelos irregulares. Muchas de las 62 aeronaves que sobrevolaron en el desfile tienen una antigüedad de 40 años. Algunas, incluso, no cumplen misiones de ataque, sino que se emplean para tareas experimentales. La misma antigüedad presentan en el Ejércitos varios vehículos de combate y tanques, aunque muchos de ellos han sido modernizados actualizados. Y un déficit importante, por cuestiones presupuestarias, son las municiones, lo que limita el adiestramiento.
En 1982, durante la guerra de Malvinas, la Fuerza Aérea contaba con aviones cazabombarderos Canberra e interceptores, como los Mirage, así como la Armada disponía de los SuperÉtendard.
En el desfile completaron el pasaje de las “fuerzas del cielo” las aeronaves Boeing 737, Fokker 28, Saab 340, Twin Otter DHC-6, Lear Jet 35, IA 63 Pampa II, Embraer EMB 312 Tucano, IA-58 Pucará, A-4 AR Fightinghawk, la escuadrilla de B-45 Mentor y los helicópteros Bell 412 y 212, a los que se sumaron unidades de la Aviación del Ejército.
La Aviación Militar del Ejército tiene su base en Campo de Mayo. Exhibió su capacidad aérea con los helicópteros AB 206, Bell 206-B3, Bell UH-1H y Bell 212. que operan muchas veces en actividades de riesgo y en tareas de apoyo a la comunidad, como los auxilios prestados en las últimas semanas en el sur de la Patagonia, ante las intensas nevadas.
Se estima que el Ejército cuenta con unas 230 unidades del Tanque Argentino Mediano (TAM), que orillan los 40 años. Dentro de la misma familia, también utiliza los vehículos de combate de transporte de personal (VCTP), construidos en el país con licencia de Alemania. La fábrica que construía los TAM en Boulogne fue desguazada durante el gobierno de Carlos Menem. Reactivada en los últimos años, el ministro Petri presentó la semana pasada el TAM 2C-A2, que incorporó sistemas de última generación, con mayor precisión en los disparos por un avanzado sistema de control de tiro digitalizado y el logro de una mayor velocidad de movimiento de la torre, que dejó atrás el mecanismo de movimiento hidráulico original.
Un objetivo a mediano plazo es la adquisición de vehículos blindados a rueda, habituales en cualquier fuerza militar del mundo.
Más allá de los números y “los fierros”, para el sector militar, el despliegue de sus tropas y su acercamiento a la sociedad constituye un modo de superar la traumática imagen que quedó asociada con la dictadura de 1976/83 y que en los últimos veinte años el kirchnerismo se esforzó por mantener vigente.
El paso de los uniformados comenzó con una reivindicación de la gesta de Malvinas: el desfile de unos 1000 veteranos, que -a diferencia de despliegues anteriores- esta vez tuvieron más protagonismo y encabezaron la marcha. Una nota significativa fue la presencia de sobrevivientes del Crucero General Belgrano. En el palco, junto a Milei, siguió atentamente cada detalle la vicepresidenta Victoria Villarruel, cercana a la familia militar y cuyo padre combatió en las islas.
Si hace ocho años, en el desfile de 2016, la polémica se encendió por la presencia del exmilitar carapintada Aldo Rico, ahora la controversia se suscitó a partir del reclamo de algunas asociaciones de veteranos por la decisión de excluir a los exsoldados conscriptos movilizados durante la guerra a las seis bases militares desplegadas en el sur del continente con la misión de preparar, artillar y abastecer los aviones que salían para neutralizar objetivos británicos.
Así como exigen el reconocimiento oficial para el cobro de pensiones, los exsoldados destinados en 1982 en las bases de Trelew, Comodoro Rivadavia, San Julián, Puerto Santa Cruz, Río Gallegos y Río Grande cuestionaron que no fueron incluidos en el desfile, advirtió el presidente de la Asociación Nacional de Soldados Veteranos de Malvinas de la Fuerza Aérea Sur, Julio Herrera Vidal. Los aviones de la Fuerza Aérea que partieron de esas bases dejaron fuera de combate a 24 embarcaciones británicas y hundieron a siete de ellas.
Reclaman la pensión vitalicia –equivalente a tres jubilaciones mínimas ($646.866)- que cobran los soldados que “hayan estado destinados al Teatro de Operaciones Malvinas”. Un beneficio que llega a 24.000 excombatientes, según publicó recientemente el sitio Chequeado. La semana pasada, el comodoro retirado Pablo Marcos Carballo –veterano de Malvinas- renovó enfáticamente el pedido en el Senado, durante una entrega de diplomas a excombatientes.
Inversión y altos costos
El despliegue de las unidades resumió el empeño de las Fuerzas Armadas por mantener activos los medios, en un contexto de poca inversión en materiales de alto costo, en armamento y en municiones, a 40 años de su última operación militar de envergadura, que fue la Guerra de Malvinas.
La Armada, que desde el hundimiento del ARA San Juan carece de submarinos, aportó 850 marinos al desfile. Integraban las bandas de música del Estado Mayor General de la Armada y de la Escuela Naval Militar, que acompañaron su paso con canciones patrias emblemáticas, como la Marcha de San Lorenzo, entre otras. También estaban el Grupo Banderas Condecoradas, la Escuela Naval Militar, la Escuela de Suboficiales, el Liceo Militar Almirante Brown, la Escuela Nacional de Náutica, la Escuela Nacional Fluvial, el Comando de la Flota de Mar, el Batallón de Infantería de Marina N° 3, el Área Naval Fluvial, el Comando de Transportes Navales, el Comando de las Fuerzas Especiales (anfibios y grupos tácticos) y vehículos de la Infantería de Marina.
A la distancia se sumaron buques emblemáticos, que desde el sábado pasado recibieron al público en el Apostadero Naval de Buenos Aires, como la Fragata Libertad, el destructor Sarandí, la corbeta Espora, el patrullero oceánico Contraalmirante Cordero, los multipropósitos Ciudad de Rosario y Ciudad de Zárate, el patrullero King y la lancha patrullera Río Santiago.