Industria textil en alerta: advierten que la baja de aranceles restaría sólo 0,2 puntos al IPC y destruiría casi 50.000 empleos

La semana pasada el Gobierno anunció la reducción de aranceles a las importaciones de ropa, calzado y telas con el objetivo de bajar la inflación y aumentar la competencia. Sin embargo, especialistas y referentes de la industria advierten que la decisión demuestra un desconocimiento del funcionamiento de estos rubros, y que el impacto negativo sobre el empleo podría ser más significativo que los efectos positivos.

Según afirmó el Ministro de Economía, Luis Caputo, los impuestos a la ropa y el calzado bajarán del 35% al 20%, mientras que para telas la contracción será desde el 26% al 18%. Asimismo, para los hilados se pasará del actual arancel del 18%, a unos nuevos del 12%, 14% y 16%, de acuerdo con el tipo de producto.

En base a un análisis preliminar de los efectos de la medida, Gustavo Ludmer, Doctor en Desarrollo Económico e investigador de los sectores textil e indumentaria, estimó que el recorte de aranceles podría implicar una merma de apenas 0,2 puntos porcentuales en el Índice de Precios al Consumidor (IPC) del INDEC. En paralelo, la destrucción directa de fuentes laborales alcanzaría a 47.500 trabajadores.

¿Cómo puede impactar la baja de aranceles a la ropa en la inflación?

Respecto de la contribución de esta política a la desaceleración de la inflación, el economista advirtió cuatro canales. El más importante sería una caída del 11,1% en el precio de las prendas de vestir que hoy ya se importan.

Para el cálculo se tomó como supuesto un «mark-up» equivalente a cinco veces el costo de la prenda nacionalizada (similar al del mundo). Además, se dio por sentado que toda la baja de impuestos se va a traducir en un beneficio para el consumidor, algo que probablemente no ocurra según afirman los propios integrantes de la cadena.

El segundo canal es la sustitución de prendas que hoy se fabrican en el país por nuevas importadas. En la actualidad aproximadamente el 15% de la ropa que se comercializa en Argentina tiene origen en el exterior; ese porcentaje es del 30% en el segmento formal, del 10% en comercios barriales abastecidos en Flores y del 5% en saladitas y manteros, con proveedores en La Salada.

Considerando que el «share» de importaciones se duplicaría en cada segmento del mercado por el abaratamiento de los productos extranjeros (y que actualmente cada segmento representa cerca de un tercio del mercado total), el efecto sobre los precios resultaría en una caída promedio del 2,7%.

El tercer canal subrayado por Ludmer sería el abaratamiento de los insumos utilizados para la producción local, que representan aproximadamente el 50% del producto final en el eslabón textil y 40% en la confección. El especialista explicó que acá el efecto es menor porque la merma de aranceles es menor que para prendas y porque hay muchos intermediarios que dificultan el traslado a precios. Por ende, el ejercicio dio como resultado una baja de apenas 1% en los precios por esta vía.

Por último, se calculó un declive del 1,2% en los precios de la producción local por la mayor presión competitiva, fundamentalmente en el segmento formal. No obstante, Ludmer alertó que en estos casos el ajuste suele darse más por cantidades (quiebra de empresas y destrucción de empleo) que por precios.

Presente negro en la industria textil: cae la actividad y el sector advierte «destrucción de empleo»

Advierten especialistas que el avance de las importaciones generaría una destrucción de 30.150 empleos en confección y 17.350 en textil.

¿Cuántos puestos de trabajo pone en riesgo el avance de las importaciones de indumentaria y textiles?

Precisamente, la pérdida de puestos de trabajo es lo que más preocupa de la medida oficial. Suponiendo que hoy existen aproximadamente 171.000 empleos en la confección y 98.300 en el rubro textil, el avance de las importaciones generaría una destrucción de 30.150 empleos en confección y 17.350 en textil.

«Este ejercicio es sensible a los supuestos usados. Los revisé varias veces con colegas y conocedores de la cadena, pero igual sus resultados deben ser considerados como una primera estimación. Tómenlo como un primer poroteo para aportar al intercambio público», aclaró Ludmer, a la vez que invitó a debatir los números con los funcionarios del Gobierno.

Ni bien salió el anuncio de Caputo, el investigador ya lo había cuestionado por tres razones fundamentales: 1) la falta de medidas complementarias como la quita de impuestos distorsivos o el facilitamiento de líneas de crédito para los sectores afectados, 2) el mal timming, ya que el contexto actual incentiva a traer productos del exterior por el atraso cambiario y 3) que esta medida golpea más a los que «mejor hacen las cosas» en materia de impuestos (ya que el segmento formal es el más expuesto a la competencia externa) a cambio de bajarle los precios a los más ricos (que representan una mayor proporción del consumo en el segmento formal respecto de Flores y La Salada).

Otras voces sobre la baja de aranceles en los sectores textil e indumentaria

El presidente de Industriales Pymes Argentinos (IPA), Daniel Rosato, también cuestionó el hecho de que la reducción de aranceles no está acompañada de «medidas que alienten la competitividad». En ese sentido, resaltó a los elevados costos en dólares como uno de los principales problemas de las pequeñas y medianas industrias del país.

El referente reconoció que la apertura económica puede ser beneficiosa si se implementa de manera gradual y bien planificada. “La integración con otros mercados es necesaria, pero no puede ser a cualquier costo», sentenció.

Según Jidoka, empresa especializada en comercio exterior, se espera un crecimiento de por lo menos el 30% en las importaciones de indumentaria para 2025 debido a la quita de regulaciones y a la baja de aranceles. «La liberación de barreras, así como puede resultar beneficioso para el sector, también invita a los productores, empleados, y todos los que son parte, a tomar ciertos recaudos y medidas para preservar a la industria”, afirmó Gabriel Salomón, director general de Jidoka.

En ese escenario, desde la compañía sugirieron tomar medidas para defender la competitividad de la industria local como la inversión en tecnología, el fomento a la innovación, el desarrollo de marcas propias para diferenciarse de las importaciones, la exploración de mercados alternativos en el exterior, la implementación de estrategias de marketing y la cooperación intersectorial.

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