Para entender cómo hemos llegado a la era omnicanal, hagamos un viaje al pasado. Imaginemos una computadora a finales de los años 80, principios de los 90. Tener una PC en casa en aquella época era como tener la ordeñadora de una vaca… no solo por el tamaño y por el ruido que hacía cuando lo encendías sino porque le tenías que dedicar un cuarto entero.
Por supuesto, la adquisición era todo un ritual. Levantarse por la mañana con tu familia y cruzar la ciudad entera para llegar a ESA tienda, una en al que había mucho polvo y poca luz y cuya gama de productos no era muy extensa.
El vendedor, que fumaba mientras vendía, estaba atrás de un mostrador y decidía qué producto ibas a comprar. Era un sistema de venta de un solo canal. La tienda. Después llegaron los años 2000. La computadora que te compraste estaba obsoleta. Exploraste el mercado, fuiste por una nueva PC a un local donde vendían esos cacharros y al llegar comprobaste que estaba más limpia y con más luz…ya podías tocar el producto porque no estaba detrás del mostrador.
Organizada por tipos de equipo o por marca, un vendedor más profesional (pocos vendedores pero muy preparados…) te proponían comprar la PC ahí mismo aunque vos sabías que si ibas a internet de ese mismo retailer o llamabas a su call center de venta telefónica podías explorar si tenían otros además de los que habías visto en el local. Ahí ya habíamos entrando en la venta multicanal. En esas tiendas tenías diferentes gamas, precios, garantías y servicios distintos.
Ahora, apretamos un botón y nos teletransportamos a la etapa omnicanal. Adaptarse a las nuevas formas de consumir es crucial para competir hoy.
Yendo un paso más allá, podemos conceptualizar todavía más y así es como vemos la diferencia entre lo que era la vida cuando había un solo canal, con un solo cliente y una sola forma de llegar al mercado ….todo sencillo. Y Apple es un buen ejemplo de omnicanalidad.